martes, 3 de marzo de 2009

En defensa de los alimentos



He rescatado parte de este artículo publicado en “Espacio Humano Nº 128”. La fuente es la siguiente:

Extracto del Resumen de "In Defense of Food: An Eater’sManifesto," by Michael Pollan, The Penguin Press,2008: Segunda ParteElaborado por Sarah E. Cardelus (Asesora de Nutrición)

Me ha resultado francamente interesante, he marcado mis comentarios en verde y resaltado en azul-negrita los puntos que me parecen más relevantes.

❂ No comas nada que tu bisabuela no hubiera reconocido como comida. Discrepo, sobre todo porque ahora conocemos alimentos de otros lugares del mundo con propiedades altamente recomendables, sin embargo la esencia del mensaje es correcta.


❂ No comas nada que no puede pudrirse.

❂ No comas nada que contiene ingredientes que no reconoces, que no puedas pronunciar, que sean más de cinco de número, o que lleve jarabe de maíz de alta fructosa.


❂ No comas nada que lleve propaganda de lo saludable que es el producto (para hacer propaganda el producto va envasado o empaquetado).


❂ Evita las grandes superficies y los supermercados en general. Compra en los mercados, directamente del productor y de pequeñas tiendas.


❂ Si tienes que comprar en el supermercado, compra sólo productos de los pasillos exteriores, evitando la mayoría de los pasillos centrales que están llenos de productos procesados.


❂ Intenta conocer a los granjeros que cultivan lo que comes. Por lo menos entender cómo se cultivan y/o cuáles son los métodos de producción de lo que ingerimos.


Cocina.

❂ Come mayoritariamente plantas, especialmente hojas. Es uno de los pocos apartados donde existe consenso en la ciencia de la nutrición: dietas altas en plantas son las más saludables.

Come carne como un añadido o condimento en vez de como componente principal del plato.


Elige carnes ecológicas alimentadas con pasto. No sólo eres lo que comes, eres lo que comen aquellos que tu comes, procura que eso sean plantas, no maíz, soja y antibióticos.
De esta manera conservaremos el equilibrio omega 3/6.

Come hortalizas y frutas bien cultivadas en campos saludables y ecológicos. Plantas cultivadas sin abonos artificiales, en tierras ricas en materia orgánica y bien cuidadas, son más nutritivas que las plantas de las grandes mono culturas abonadas artificialmente y regadas con pesticidas y herbicidas.

Come una dieta tradicional, no importa cual. Durante cientos de años, por un proceso de prueba y error, una civilización llega a descubrir que comidas, dependiendo de su clima y territorio, le aportan salud y fortaleza generación tras generación. Las combinaciones de ingredientes en una cocina y las técnicas de preparación constituyen un repositorio profundo de sabiduría acumulada: son una especie de evolución biocultural— el resultado de generaciones de experimentación. En el caso de los Españoles, no hace falta buscar muy lejos para encontrar una dieta tradicional sana: abundantes legumbres y hortalizas, abundantes cítricos y frutas variadas, vino en moderación, almendras, aceitunas, aceite de oliva, matanza como alimento adicional o condimento en los guisos, abundante pescado y marisco, pocos dulces—una magnifica dieta Mediterránea. Una cosa que Pollan recomienda que evitemos es la búsqueda del componente mágico o clave de una dieta, es decir, la idea que el secreto de la dieta Mediterránea este en uno de sus componentes: en el aceite de oliva, o en el vino tinto, o en el pescado azul, o en la legumbre, etc.

Las comidas de las dietas tradicionales funcionan en conjunto, en síntesis:


* Mira a los alimentos novedosas con escepticismo y recelo.
Si una cocina es el resultado de un proceso evolucionario, entonces podemos ver un tipo de comida nueva como una mutación, que puede ser beneficioso o no.

* Toma una copa de vino con la comida. Los que beben con moderación viven más y sufren menos enfermedades cardiacas que los abstemios. Moderación es dos copas de vino a diario para hombres, una para mujeres.
Beber más alcohol aumenta la probabilidad de morir por otras causas, como el cáncer o en un accidente. También es importante subrayar que no les lo mismo beber una o dos copas de vino a diario que diez en una noche (por ejemplo, los sábados).
* Come menos. No solo hay que mejorar la calidad de las calorías que consumimos, si no que también hay que disminuir su número.

Para lograr esto tendríamos que sacarle todo el jugo posible de lo que comemos, cosa que no hacemos al comer fast food delante de la tele. Hay que aumentar el valor de la experiencia de comer, hay que devolver la comida a un lugar de importancia en nuestras vidas. Pollan ofrece consejos para lograr esto:
* Cocina más. Si para tomar patatas fritas tienes que pelar, cortar y freírlas, comerás menos patatas fritas (y estarán mucho más ricas).
* Si puedes, haz un huerto.
* Paga más, compra calidad. Varios estudios han demostrado que solemos comer menos y quedarnos más satisfechos con comidas auténticas y de calidad—piensa en un buen jamón ibérico.
* Siéntate a la mesa para comer.
* No comas solo si lo puedes evitar.
* Escucha a tu estómago.
* Come lentamente.

Estos consejos me llevaron a reflejar sobre los menús de degustación que había probado en restaurantes buenos. Si has tomado alguna vez el menú de degustación de ocho o diez platos en un restaurante de lujo a lo mejor tuviste una reacción como la mía. Por pequeñas que eran las porciones, en algunos casos a base de una cucharada o un mordisco por plato, casi no podía llegar a terminar el último plato. Siempre me he preguntado porque será. La misma cantidad de comida en casa no me hubiera parecido mucha, en cambio, en el restaurante tenia una sensación de gran exceso. ¿Por qué? Porque estaba pagando mas de lo normal, estaba prestando mas atención que de lo normal, estaba tardando mas tiempo de lo normal, estaba mas estimulada de lo normal por la conversación y el esfuerzo por participar y ser buena acompañante de mesa, habían mas detalles sensuales de lo normal (luces bonitas, telas agradables, servicio bueno, flores, cubiertos especializados para cada plato, platos de diferentes formas y medidas, comida de diferentes temperaturas, perfumes…). Todas estas cosas sacian a su manera.
Para reclamar la buena salud que se nos esta escapando, según Pollan, nos hace falta parar y dedicar tiempo para entender lo que comemos, de donde viene, como fue cultivado o criado, como se ha preparado en el pasado. Nos hace falta dedicar el tiempo para preparar las comidas con cuidado y cariño, servirlas con cuidado y cariño, y luego comerlas en compañía y con agradecimiento.

La comida no es gasolina, tiene un contenido filosófico, estético, histórico, cultural y espiritual que nos vendría bien recuperar.

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